La historia desconocida de Thriller, el disco que convirtió a Michael Jackson en el Rey del Pop

La historia desconocida de Thriller, el disco que convirtió a Michael Jackson en el Rey del Pop

El 30 de noviembre de 1982 apareció Thriller. En pocos meses se convertiría en un fenómeno global que modificaría para siempre el negocio de la música.

 

Una tarde de mayo de 1982 en el estudio de grabación, Michael Jackson jugaba en un flipper. Cerca suyo el compositor Rod Temperton y Quincy Jones hablaban sobre las canciones del disco que estaban pergeñando, retocaban detalles. Temperton se acercó a Michael y le dijo que no tenía que ponerse mal si el disco no funcionaba tan bien como su antecesor. Michael sacó la vista del juego, y mientras se escuchaba el sonido que indicaba que la pelota había caído, Jackson le respondió: “Quiero que sea el disco más vendido de la historia”. Quincy Jones y el compositor se rieron a carcajadas.

Por infobae.com





El resultado fue Thriller, el disco que apareció hace cuarenta años y que superó sus ambiciones previas. Y eso que la ambición de Michael Jackson era descomunal. Pero nadie, ni siquiera él, pudo prever el fenómeno que se desataría.

Cuando en abril de 1982 entró al estudio a grabar su sexto trabajo solista, el sucesor de Off The Wall (una obra maestra), Jackson pretendía que cada una de las pistas de su disco fuera un hit. 9 singles sin ningún tema de relleno. En esa misión desmesurada no estaba solo. Lo acompañaba, igual que en su antecesor, Quincy Jones.

El encuentro profesional entre ellos estuvo a punto de no concretarse y otra vez fue por culpa de la ambición de un Jackson. En este caso de la de Joe, el rígido y maltratador padre de Michael.

En 1977, Motown produjo una nueva versión de El Mago de Oz llamada The Wiz. El director fue Sidney Pollack. Cuando Berry Gordy le propuso a Michael Jackson para un papel, Pollack lo desechó sin considerarlo como opción: “Es un número de Las Vegas”, dijo. Sin importarle que fuera un adolescente, para el director la carrera de Jackson ya había pasado su pico con el éxito temprano de las Jackson 5, creía que su carrera, como la de tantos niños prodigios del mundo del espectáculo, sería un perpetuo viaje a la nostalgia. Pero alguien provocó un encuentro entre ese Michael que todavía no había llegado a los veinte años y Pollack. El director quedó maravillado con el joven, con su carisma, su amabilidad y, claro, con su determinación. Le dio el papel de El Espantapájaros. Pero antes había que conseguir que Joe lo autorizara. Jackson padre se negó con obstinación a que su hijo participara de The Wiz. Adujo que lo distraería de su carrera solista y que paralizaría a los Jackson 5 y que él debía pensar en todos sus hijos. Pero, una vez más, Joe estaba pensando en sí mismo: después de una rápida negociación, además de los honorarios para su hijo, obtuvo 100.000 dólares que fueron a sus bolsillos por permitir que Michael participara.

La película fue un gran fracaso. La crítica la destrozó, el público no fue a verla pese a la acumulación de estrellas (Diana Ross, Richard Pryor, Lena Horne, Luther Vandross). Es más esta adaptación hasta hundió alguna carrera. Sin embargo, produjo el encuentro entre Quincy Jones, el encargado de la música, y Michael. Esa unión cambiaría para siempre el negocio del pop.

Quincy Jones tenía más de tres décadas de experiencia en el mundo de la música. No parecía, a simple vista, la opción más natural para producir a una estrella del pop. Músico de jazz, director de big bands, especialista en bandas de sonido. Michael, al conocerlo en el set de The Wiz, le insistió para que lo produjera. A Jones no le interesaba. Lo veía muy infantil y la música que hacía no lo conmovía. Pero cuando vio lo serio que se tomaba su carrera y su capacidad de trabajo, consideró la oferta. En el primer encuentro de trabajo de lo que después sería Off The Wall, Quincy Jones le preguntó cómo quería sonar: “Muy distinto a los Jackson 5?, respondió Michael.

Para el grabar el sexto disco solista de Michael, entraron al estudio en abril de 1982. El primer tema que grabaron fue The Girl is Mine, el dueto con Paul McCartney. La canción también fue el primer single. Era la elección natural, el tema que todos iban a querer escuchar, el que lanzado o no por la compañía, las radios iban a pasar igual. Llegó hasta el segundo puesto del ranking. La letra era algo bobalicona y el sonido no representaba el trabajo que Jones y Michael estaban haciendo en el estudio, la búsqueda sonora del resto de las composiciones. Pero como la canción anduvo bien, el estudio los apuró para que terminaran el álbum que en vez de a principios de 1983, saldría ahora a fines de noviembre de 1982. Debieron correr para finalizarlo.

El único problema que enfrentó The Girl is Mine fue que algunas radios no la pasaron porque hablaba de un amor triple e interracial: Paul y Michael, supuestamente, peleaban por la misma chica.

En esas sesiones, el beatle le dio un consejo a su colega que terminaría por destrozar su amistad. Le dijo que invirtiera en derechos de canciones de grupos del pasado. Y le dio su propio ejemplo: Paul había comprado los de las canciones de uno de sus ídolos de juventud, Buddy Holly. Jackson tomó el consejo y unos tres años después compró casi por 50 millones de dólares los derechos de los temas de los Beatles. Paul se sintió traicionado y la relación con Michael se deshizo.

Después se puso a trabajar en un tema que traía desde la época de Off The Wall y que había terminado en el último tiempo: Wanna Be Startin’ Somethin. Todavía el sonido y el estilo era el que ya se le conocía. Inspirado en un viaje a Senegal, al final Michael quiso agregar cantos africanos; más que inspirada, esa coda esta plagiada de Soul Makossa de Manu Dibango. El músico camerunés inició acciones cuando el disco explotó y llegó a un (suculento) arreglo extrajudicial.

La siguiente canción fue una de las más distintivas, la que determinó la nueva era, la que dio comienzo al fenómeno que lo terminó convirtiendo en el Rey del Pop. Primero Michael tuvo una línea de bajo contagiosa que buscó con denuedo después de escuchar un hit de Hall & Oates. Un año después, ya en el estudio, apareció la letra. Recordó una carta que le había enviado una fan. Le decía que él era el padre de su hijo. En el sobre venía una foto de la joven con su bebé y un arma: era para que Michael se suicidara de manera simultánea con ella cuando la chica le enviara la señal. Michael no solo escribió la letra de Billie Jean, también puso la foto en un lugar muy visible de la casa para tener bien presente el aspecto de la joven y estar prevenido por si aparecía de improviso en alguna de sus salidas públicas. Quincy Jones, hasta último momento, intentó que se cambiara el título, proponía Not My Lover. Temía que el público creyera que se trataba de una oda a Billie Jean King, la jugadora de tenis.

Rod Temperton trajo un tema llamado Starlight. A Michael no le gustaba la letra. No se veía cantando algo que tuviera reminiscencias a Star Wars (en la edición que acaba de ser editada por el aniversario 40 se puede escuchar esa versión de Starlight). Temperton, enojado, rehízo la letra y en su casa anotó alrededor de doscientos títulos posibles hasta que eligió Midnight Man. Pero a la mañana siguiente se levantó con una obsesión, una palabra que no se iba de su cabeza. Thriller. De tener aires futuristas a una historia de monstruos. Para darle el toque final convocaron el ícono del cine de terror, Vincent Price, para hacer un pequeño rap del horror al final del tema.

Después de algunos meses de trabajo, habían encontrado un sonido y varias canciones. Quincy Jones las puso todas juntas y les dio un orden. Eso era un disco. Se sentaron con Michael a escuchar el resultado. Jackson estaba muy conforme con lo que salía por los parlantes. Quincy Jones no tanto. Le dijo que todavía faltaba, que debían escribir y, si era necesario, salir a buscar nuevas canciones. Necesitaban más hits, más temas que impactaran, si de verdad querían hacer historia. El productor insistió en que la búsqueda debía ser amplia, que si quería un gran éxito tenía que penetrar en audiencias bien diferentes. Así que el disco debía tener de todo. Pop, disco, soul, R&B, rock y baladas. Finalmente cambiarían cuatro de ellas. Michael, todavía, obedecía a Quincy y se resignó a seguir trabajando.

La banda Toto, que venía de tener dos hits inmensos con Rossana y Africa y de ganar varios Grammys, envió en un cassette los demos de dos canciones que no convencieron ni a Jones ni a Jackson, que después de escucharlas discutían cómo seguir. La cinta, sin que ellos se dieran cuenta, siguió corriendo y después de unos minutos de silencio apareció una melodía que los sedujo desde los primeros aportes. Se terminaría convirtiendo en Human Nature (que luego Miles Davis convirtió en una pieza central de su repertorio final).

La última canción que apareció fue Beat It. Quincy Jones le dio el sonido rockero necesario y convocó a Eddie Van Halen. Estaban contrarreloj. Terminaron grabando en tres estudios en paralelo. En una Eddie hacía su solo; Quincy no le dio ninguna indicación, le dijo que hiciera lo que él sabía. Van Halen grabó dos tomas y se fue. Su participación en el disco más vendido de la historia fue gratuita: no quiso cobrar por su aporte. En otro estudio, Michael ponía las voces buscando efectos con un cono de cartón. En un tercero, en la consola, Quincy Jones mezclaba.

Otra vez Quincy Jones agrupó las nueves canciones y se sentaron a escuchar el resultado. La decepción fue enorme. Habían trabajado demasiado como para que el sonido fuera tan pálido, sin fuerza. El álbum les había quedado demasiado largo y el sonido para entrar en el vinilo se comprimía demasiado y quedaba pálido y metálico. Trabajaron, entonces, arduamente para abreviar introducciones y finales, para quitar algún estribillo que se repetía, para que en los dos lados entraran los 40 minutos que permitían que el sonido no se comprimiera. Trabajaron a razón de una canción por día (sólo no volvieron a mezclar The Girl is Mine porque ya sonaba en las radios) y entregaron el álbum, casi sin dormir durante una semana, el 8 de noviembre de 1982. 22 días después, Thriller aparecía en las bateas y empezaba el camino para convertirse en leyenda.

El álbum fue avanzando en el Top 200. Tardó dos meses en llegar a la cima (todo sucedía más lentamente). Los videos coparon MTV. En febrero de 1983 en la aparición de Michael en la gala por el aniversario 25 de Motown se produjo otro hito. Con un rating fabuloso cautivó a todo Estados Unidos con el Moonwalk(caminata lunar). A partir de ese momento, Thriller pasó de ser un hit a un fenómeno. Uno inigualable en la cultura pop. Los videos, los pasos de baile, el guante plateado, la vestimenta con charreteras y diversa simbología militar, las excentricidades que se iban conociendo, su aparición con niños estrellas, su declarada voluntad de ser perpetuamente un niño (a pesar de que ya tenía 24 años), el zoológico particular, su serpiente Muscles (al periodista de la Rolling Stone que lo entrevistó lo sometió a dejarse enroscar por el ofidio, Gerri Hirschey escribió: “Yo tenía miedo a las serpientes. Él a los periodistas”).

Thriller vendió alrededor de 50 millones de copias alrededor del mundo. El impacto global fue inédito. Michael Jackson se convirtió en el Rey del Pop. Había soñado con hacer el disco más vendido de la historia y lo consiguió. Logró más de lo que su ambición desbocada buscaba. Tanto que fue quedando poco de él.

Como en el video de Thriller, Michael Jackson se fue transformando, fue abandonando su humanidad y perdiendo cada vez más la conexión con el mundo.