Sherry tenía solo nueve años cuando fue violada por primera vez por un hombre nueve años mayor que ella, en quien debería haber podido confiar plenamente, a juzgar por su presunta vocación religiosa.
Por Mirror.co.uk
Traducción libre de lapatilla.com
El diácono de la iglesia, que vivía detrás de su casa, abusó sexualmente de ella. En una entrevista para Crime Investigation, Sherry relató con estremecimiento: “Mi madre y mi padrastro eran ministros en la iglesia. Todo lo que él tenía que hacer era bajar las escaleras de la iglesia y entrar a nuestra cocina. Y ahí es donde me violó. Me desperté con él encima de mí … muchas veces”.
Demasiado joven para darse cuenta exactamente de lo que sucedía, Sherry estaba segura de que algo iba muy mal y recurrió a su madre en busca de ayuda.
Pero en lugar de comprender a su pequeña hija, la madre de Sherry se negó a creerle, e incluso le dijo a la congregación de la iglesia que su hija era una mentirosa.
Sherry afirma que “no entendí lo que realmente sucedió. Le dije a mi madre. No tenía idea de qué palabras usar realmente. Recuerdo que lo único que me vino a la mente fue que dije: ‘Mamá, el diácono se metió conmigo’, pero ella se negó a creerlo”.
“Mi madre, por alguna razón, parecía culparme por lo que sucedió. Me comentó que se levantaría en esa iglesia y les diría a todos los miembros ‘no le crean a mi hija’. Fui un sacrificio para encubrir lo que él hizo”.
Pensó en escapar pero no tenía idea de a dónde iría. Luego, cuando Sherry todavía tenía nueve años, los meses de abuso la llevaron a un inevitable embarazo.
Su madre estaba con ella cuando un médico le dijo a Sherry que estaba embarazada de siete meses, algo que no podía entender por completo porque ella era muy pequeña.
Cuando los trabajadores sociales llamaron a la casa para preguntarle a Sherry qué había pasado y quién era el padre, simplemente le dijeron que la estaba haciendo quedar mal. Su madre envió a su hija con el obispo, pero en camino a Miami, él se detuvo y la violó mientras tenía siete meses de embarazo.
Sherry dio a luz en un hospital mientras permanecía con el obispo, a miles de millas de su casa.
Nadie llamó a los servicios sociales ni a la policía e incluso la propia madre de Sherry no vino a visitar a su pequeña hija y su nueva nieta. Solo dos años después, Sherry se vio obligada a casarse con su abusador en la iglesia a la que había asistido toda su vida.
Un juez se negó a emitir una licencia de matrimonio, por lo que la madre de Sherry la llevó a un condado vecino para que la ceremonia pudiera llevarse a cabo.
“El estado de Florida me falló. La escuela lo sabía. El hospital lo sabía. Los médicos lo sabían. Los tribunales lo sabían. Nadie me protegió, ni una persona. Ni una”, lamentó Sherry con escalofríos.
Su madre hizo el pastel de bodas, el vestido e incluso un velo para el matrimonio de su hija de once años con un hombre de 20. Fue entonces cuando Sherry se dio cuenta de que nadie vendría a salvarla.
Años después de su boda, Sherry dio a luz a otro bebé.Cuando tenía 16, era madre de seis. El diácono desapareció e incluso fue enviado a prisión por no pagar la manutención de los niños. Pero cuando intentó iniciar un proceso de divorcio, Sherry no pudo hacerlo porque tenía menos de 18.
Finalmente, encontró a un abogado que se haría cargo de su caso y finalmente se liberó del diácono, aunque también era ya una madre adolescente con seis hijos.
Ahora tiene tres hijos más y siempre ha sido honesta con lo que le sucedió cuando era joven.
Hace cuatro años, después de verse obligada a abandonar la escuela para ser esposa y madre, Sherry finalmente obtuvo su diploma a los 55 años. Ahora trabaja incansablemente para ayudar a otros niños y mujeres jóvenes que se ven obligados a convertirse en novias.
“Soy madre de nueve hijos. Soy abuela de 34 nietos. Soy una bisabuela de tres hijos, con uno en camino. A pesar de todo, estoy agradecida por eso”, admitió Sherry.
“Fue difícil, pero aguanté. Lo mejor en este momento es poder hablar sobre lo que sucedió en mi pasado para poder ayudar a otros. Fui violada, y no solo eso, me vi obligada a casarme con mi violador. Terminé en una situación en la que no era fácil salir y esa es una de mis razones para hacer lo que hago”, agregó Sherry.
“Me considero una voz para los que no tienen voz”, sentenció.