La voz del pueblo, por José Manuel Rodríguez

La voz del pueblo, por José Manuel Rodríguez

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No somos unos pocos, somos más de treinta millones de venezolanos sometidos a la inclemente furia de una debacle económica y social que nos tiene acorralados contra el muro de la desesperanza, el desasosiego y el hambre.

Sí, más de treinta millones de venezolanos, porque salvo los pequeños grupos que se han visto favorecidos por el amiguismo, el nepotismo y la complicidad gobiernera para meterse en los grandes guisos todos los demás andamos pelando en la búsqueda de nuevas alternativas, bien difíciles de encontrar por cierto, para poder sobrevivir en estos tiempos de “revolución” o pensando en como, cuando y para donde emigrar.

Y es que el sentimiento de frustración que nos invade parece no tener fin. Nuestros infortunios no solo se traducen a entrar a un supermercado o una farmacia y no encontrar lo que buscamos y si lo encontrásemos al meternos las manos al bolsillo darnos cuenta de lo que traemos con nosotros no nos alcanza para comprarlo. Nuestro pesares son continuados porque sencillamente a nuestro alrededor nada funciona como debiera.





Hacia donde miremos tenemos la sensación de que estamos en otro país,un país de aquellos que siempre pensamos que veríamos por televisión, en los noticieros. Solo vemos masas de gentes en las calles. Unas que se mueven cabizbajas a buena marcha quizás impulsadas por el miedo a ser próxima victima de la delincuencia que ya declaro horario extendido, o para adelantarse a la consabida penuria de enfrentarse al transporte publico, “superficial o subterráneo” y otras que están estáticas, organizadas en precarias colas que andan en búsqueda de comida o lo que puedan conseguir a precios “regulados”.

Jamás pudimos pensar los venezolanos que en nuestro país se hablara de “canales de ayuda humanitaria”. A quién se le iba a ocurrir eso, si vivíamos parados en una de las tierras mejor ubicadas y con los suelos mas ricos del planeta. Pero lamentablemente esta utopía a la inversa se nos hizo realidad y de la mano de quien, una grandísima mayoría que estaba cansada de que los políticos de la época se olvidasen de ella,fueron escogidos como alternativa viable para ser escuchada, tomada en cuenta y formar parte del cambio que necesitaba Venezuela, a quienes hoy nos gobiernan.

Lo que viene después de eso es historia bien sabida y vivida por todos en la actualidad y los que decíamos “esa vaina jamas va a a pasar aquí, esto no es Cuba, es Venezuela…” estamos hoy todos haciendo nuestras respectivas colas para conseguir alimentos y medicinas o bien bajo el régimen de racionamiento a la cubana, sin libreta porque hasta las bolsitas son de carácter selectivo y solo le llegan a aquellos que aunque sea de la boca para fuera dan pruebas de su adhesión al proceso.

Todo hoy se ha convertido en un perverso juego político y de veladas fuerzas para mantenerse en el poder. No hay ningún socialismo, ningún comunismo. Después de disfrutar la bonanza petrolera mas grande de nuestra historia y manejar al país como si de un fundo personal se tratara, ahora administran el hambre, la necesidad y el miedo para recibir aunque sea forzadamente vítores, loas y votos para “proceso” a cambio de una que otra bolsa de alimentos o alguna otra promesa.. Nos mienten descaradamente ocultando cifras, cifras de todo tipo, nos han convertido al país en una masa laboral informal, institucionalizando la mediocridad ante el trabajo formal, han dejado que la delincuencia sea dueña de las calles y de nuestras vidas, y están ademas negando la posibilidad de cualquier procedimiento constitucional, democrático y electoral que le permita al pueblo decir que ya no quiere vivir en esta pesadilla.

Que terrible es presumir que un día el hambre, la necesidad y la frustración se puedan convertir en algo mucho mayor que el miedo y que la voz del pueblo se vaya a hacer oír con esa fuerza inusitada que le exige cambio inmediato a un sector que le prometió escucharlo y que hoy ni siquiera lo oye. Creo yo que seria mejor escuchar el atronador murmullo de las mesas de votación, antes que el rugir de un pueblo al que se le conculco el derecho a elegir su destino. Al final la voz del pueblo, siempre sera la voz de Dios.

José Manuel Rodríguez
Analista Político
@ingjosemanue