Dayana Cristina Duzoglou L.: Juan Pablo II, Santo

Dayana Cristina Duzoglou L.: Juan Pablo II, Santo

thumbnailcolaboradores“En realidad, todas las cosas, todos los acontecimientos, para quien sabe leerlos con profundidad, encierran un mensaje que, en definitiva, remite a Dios” San Juan Pablo II

Dos mil catorce años después de la presencia de Jesucristo, la religión y la Fe están más que nunca, puestas a prueba dado que el hombre a través de la ciencia va descubriendo nuevos rumbos, rumbos de progreso en todos los sentidos, que brindan una mejor calidad de vida a los Seres Humanos pero, a la par con este progreso, pocos son los casos de personas que con su ejemplo y en sus propios pasos, van ratificando los mandamientos más importantes del Dios hecho hombre, mandamientos simples pero complejos que solo indican que “Dios es amor” y que debemos amarnos los unos a los otros, tal cual, Él, Jesús, nos amó.

Solo puedo imaginar lo que sintió Santo Tomás Dídimo después de decir “”Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré.” Y solo ocho días después, Santo Tomás toca las heridas de Jesús y este le dice: “Bienaventurados los que sin haber visto, crean” a lo que responde Santo Tomás, “Señor mío y Dios mío”





Esta introducción es para que reflexionemos un poco sobre un hecho que quizás no nos hemos planteado. En el Siglo XX, todos fuimos testigos de la Peregrinación de un hombre Santo, lleno de humildad, carismático y colmado de amor que hizo presencia en los lugares mas alejados del mundo infundiendo Fe, Santo que movilizó multitudes como quizás ningún Papa existente en la historia. Creo sin temor a equivocarme, que todos pudimos ver a Juan Pablo II trabajar sin pausa, para llevar el mensaje de Cristo a la juventud, a los pobres, a los creyentes de todos los confines del mundo. Somos realmente afortunados de poder haber contemplado a un Santo “en acción”, predicando el perdón e inclusive influyendo en la caída de “la cortina de hierro” de las dictaduras comunistas de Europa del Este, mientras decía con contundencia que el “comunismo era una ideología que trataba de robar el alma de la gente”. Su legado y sus milagros son indiscutibles, y para mí, no radican solo en los dos milagros que se le conceden, sin dejar estos de tener un gran crédito. Para mí el milagro de Juan Pablo II, Santo,  se centra en su manera de hacerse presente y llevar la palabra de Jesús a los hombres,  a sus propias tierras y comunidades (visitó 128 paíseshttp://www.aciprensa.com/juanpabloii/viajescifras.htm). Por eso, es importante conocer quien fue  Karol Józef Wojtyla, Juan Pablo II Santo, por su pensamiento y acciones.

Juan Pablo II, Santo, según palabras de Lech Walesa quien fue muy cercano al Santo, llevó a cabo tareas “humanamente inimaginables” y dice tener la convicción de que las palabras que Juan Pablo II dirigió a los polacos “Ven Espíritu Santo y renueva la faz de la tierra, de ésta tierra” se hicieron vida, no nada mas en Polonia sino en el mundo entero. Juan Pablo II, Santo, defendía la democracia expresaba que “La democracia necesita de la virtud, si no quiere ir contra todo lo que pretende defender y estimular”

Lech Walesa, dice que Juan Pablo II, siempre insistió en la libertad como uno de los dones mas grandes que poseemos los seres humanos y que la libertad solo se obtiene mediante la solidaridad y es, el hecho de ser libres, la mejor manera de sentirnos hijos de Dios.

Juan Pablo II Santo y el perdón.

“¡Nunca más odio, violencia o

discriminación!”

Creo que la humildad que mostró Juan Pablo II Santo pidiendo perdón por los “pecados pasados y presentes de los cristianos” es un gesto que solo emana de un corazón puro, santificado. Fueron innumerables las veces que pidió perdón.

En 1997 pidió perdón por las atrocidades cometidas en El Holocausto por “los cristianos de conciencias adormecidas del Nazismo, que además de que buscar el exterminio físico de grupos de seres humanos, también buscaban la destrucción moral de estos seres humanos”.

En 1995 pidió perdón por los crímenes  cometidos en Las Cruzadas y dijo  que ahora “deberíamos dar gracias a Dios” cada vez que se puede no llegar a las armas para arreglar los conflictos.

En 1995 pidió perdón por la discriminación histórica que han tenido las mujeres a través de la historia, afirmando que dentro de los responsables de esa discriminación se encontraban, lamentablemente “no pocos miembros de la Iglesia”.

En 1991 pidió perdón a la Iglesia Ortodoxa Griega, generando tal emoción en el Patriarca griego que ambos religiosos emitieron una declaración conjunta condenando la violencia, el proselitismo y el fanatismo. Casi logra la reunificación de estas dos Iglesias.

En 1985 pide perdón a los africanos por la manera en que fueron tratados siendo muchos víctimas de la esclavitud y del racismo.

Pero el hecho más notorio fue cuando Juan Pablo II, Santo, perdonó  al turco Mehmet Ali Agca, quien el 13 de Mayo de 1981 le disparó tres balazos y lo dejó al borde de la muerte. “Rezo por el hermano que me ha disparado, a quien sinceramente he perdonado”

En conclusión, fuimos testigos de un Santo viviente, indoblegable defensor de los derechos humanos y la dignidad del hombre, que dejó un mensaje claro de reconciliación para el renacimiento de un nuevo Cristianismo que definitivamente conecte con el mensaje original de Jesucristo, el cristianismo que puesto en práctica solo nos deparará un mundo mucho mejor.

“El mal es siempre la ausencia de un bien que un determinado ser debería tener, es una carencia. Pero nunca es ausencia absoluta del bien. Cómo nace y se desarrolla el mal en el terreno sano del bien, es un misterio. También es una incógnita esa parte de bien que el mal no consigue jamás destruir y que se difunde a pesar del mal, creciendo incluso en el mismo suelo. (…)”

San Juan Pablo Magno.

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