Proceso de paz colombiano aborda fase clave en medio de tensión con Venezuela

Proceso de paz colombiano aborda fase clave en medio de tensión con Venezuela

Foto: Archivo

El proceso de paz colombiano aborda esta semana en Cuba una fase clave con la discusión sobre participación política que, aunque se asienta sobre el primer acuerdo logrado el mes pasado, tiene como telón de fondo el malestar de las Farc por las tensiones entre Colombia y Venezuela. EFE

Fuentes cercanas al proceso explicaron a Efe que este décimo ciclo de negociaciones es uno de los más relevantes de los cinco de la agenda de paz, que ya ha superado el primer asunto, el de la tierra y el desarrollo del campo.

Tiene pendientes, además, la solución al problema de las drogas ilícitas, la reparación de las víctimas y la aplicación de los acuerdos.





Los negociadores del Gobierno tienen previsto viajar mañana a La Habana donde a partir del martes comenzará la nueva ronda de diálogos para un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) con el fin de terminar un conflicto armado que dura décadas.

“Démonos esa oportunidad. Avancemos por esos caminos, siempre riesgosos, siempre peligrosos, a veces traicioneros, sabiendo que el objetivo bien vale la pena. Y hagámoslo unidos, superando el miedo que nos paraliza como sociedad”, afirmó el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en un mensaje enviado el pasado viernes a la convención de la Asociación Bancaria.

Pese al optimismo que dio al proceso el acuerdo sobre tierras anunciado el 26 de mayo, el entusiasmo se vio mermado por las tensiones entre Colombia y Venezuela debido al malestar que causó en el Gobierno de Caracas la reunión que tres días después tuvo Santos en Bogotá con el líder opositor venezolano Henrique Capriles.

“La actitud de Santos desinfló el optimismo, la atmósfera favorable a la paz que se había logrado construir con tanto esfuerzo en La Habana. La cuestión se resume en el hecho de que si no fuera por Venezuela no tendría lugar el diálogo de paz de la capital cubana”, dijeron las Farc el mismo viernes en un comunicado.

Venezuela es, junto con Chile, país “acompañante” en los diálogos de paz en Cuba, y una eventual retirada de su representante en las conversaciones, Roy Chaderton, con la cual llegó a amenazar el gobierno de Nicolás Maduro, podría debilitar el proceso porque se trata de un país en el que las FARC tienen plena confianza.

Para echar más leña al fuego, el exvicepresidente de Venezuela José Vicente Rangel aseguró hoy en su programa dominical del canal de televisión Televen que “venezolanos de la oposición” firmaron un contrato de compra de dieciocho aviones de guerra que serán llevados próximamente a una base militar de Estados Unidos en Colombia.

La denuncia de Rangel se produce un día después de que Maduro convocara para el próximo martes una sesión del Consejo de Estado que defina “de manera central” las relaciones con el Estado y el Gobierno de Colombia.

Con ese trasfondo, los representantes del Gobierno y las FARC volverán a la mesa de negociaciones pasado mañana en La Habana para definir el espinoso asunto de la participación política, fundamental para el proceso porque no será fácil convencer a una guerrilla que lleva décadas alzada en armas de que se puede buscar el poder por la vía democrática.

Esta nueva ronda de diálogo se divide en tres apartados, el primero de los cuales abarca los “derechos y garantías para el ejercicio de la oposición política en general, y en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del Acuerdo Final”, así como el acceso de éstos a los medios de comunicación.

El segundo definirá “mecanismos democráticos de participación ciudadana, incluidos los de participación directa”, y el tercero propone estudiar “medidas efectivas para promover mayor participación en la política nacional, regional y local de todos los sectores”.

Este último punto enfatiza que la participación política debe darse “en igualdad de condiciones y con garantías de seguridad”, un factor muy sensible para las FARC por el recuerdo de la matanza que tuvo lugar en los años 80 del siglo pasado de unos 4.000 miembros de la Unión Patriótica, un partido que surgió de los primeros intentos de paz del Gobierno con esa guerrilla.